Como cada martes espero con ilusión mi pequeña dosis de irreverencia y bordería que me proporciona la serie televisiva House, y que cada día inquieta a más gente, porque las audiencias no paran de subir. Por fin tenemos una alternativa a la ñoñería de los Serrano que no nos hace ir a dormir a las 10 todos los martes. Esto me lleva a reflexionar sobre algo que quizás nosotros no podamos tener nunca o que quizá no nos atrevemos a hacer, que es ridiculizar y maltratar psicológicamente a nuestros subordinados. Quién no le gustaría estar en el papel de Gregory House con un equipo de tres personas ‘superguays’.
Una niña de las mejores familias, un nene guapete y un afro americano rebelde, forman el trío de subordinados que no dejan de ser bapuleados por la léxica mortífera y sólo igualada e incluso superada por mi otro mito, Risto Mejide, capaz de decir en pantalla lo que muchos piensan pero nunca decimos.
Quizás otro día haré una reflexión sobre el fenómeno Risto, ya que ahora sería salir de mi guión del artículo, pero sólo me gustaría decir una cosa, ¿quien ganó la 3 ª edición de Operación Triunfo?. A que la mayoría no lo sabe como yo, pues esta bien que alguna persona diga a estos presuntos artistas que la mayoría de ellos ni nos recordaremos de sus actuaciones patéticas y que volverán a sus vidas normales por mucho que los hayan aplaudido en 10 galas televisivas.
Volviendo al hilo inicial, me gustaría comentar la relación House-jefa. Sed sinceros no estáis hartos a veces de hacer la pelota a un jefe que muchas veces no crees en sus ideas, pero que debes acatar porque es él quien firma las nóminas. Qué gran poder sería decir lo que piensas sin consecuencias, como cambiarían las cosas, seguramente muchos jefes no dormirían tranquilos sabiendo lo que pensamos de ellos, ya que seguro que se piensan que nuestro ‘peloteo’ es por sus grandes cualidades de mando, y no porque esta en juego nuestro futuro, más concretamente nuestro sueldo de fin de mes.