Desde 1996 se celebra en todo el mundo el Día internacional del libro, día escogido en gran parte porque en este día del año 1616 fallecieron los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega.
El día 23 de abril fue promulgado por la UNESCO como Día del Libro y del Derecho de Autor para poder fomentar la lectura en todo el planeta.
Pero en un trocito de este planeta, Catalunya, esta fiesta viene celebrándose desde mucho antes, ya que el 23 de abril se celebra la festividad de Sant Jordi, patrón de Catalunya. Ya os he hablado sobre esta festividad en este blog, así que no volveré a caer en la misma temática de las rosas y libros.
Lo que si me apetece hablar es sobre el libro digital, aquel pequeño artefacto que va reemplazando el papel. Ahora viene cuando mi parte romántica dice aquello de que el olor del papel y el tacto de pasar la página es irremplazable, no podrá ser sustituido por un dispositivo tecnológico, y es posible, pero rápidamente me viene a la cabeza una cosa, seguro que siglos atrás alguien dijo: «nada podrá sustituir el desplegar un pergamino».
Las formas de realizar las cosas, y en eso la lectura no podría ser ajena, van evolucionando, así que nos guste o no, el libro digital ha venido para quedarse.