Ha vuelto a las pantallas de cuatro el programa de televisión ‘Adán y Eva’, si aquel en que ponen una pareja (o más) de concursantes desnudos para ver si se enamoran entre ellos. En la anterior temporada todavía disimulaban un poco a la hora de hacernos creer que de allí podría salir algo, pero es que ahora ya ni eso. Es evidente que los chic@s que colocan en aquel paraíso nada más salir de la isla se dirán el ‘hasta luego cocodrilo’ sin muchos reparos.
Suele pasar en las segundas temporadas de los realitis show, que la idea inicial deriva a vete a saber el que. No estoy diciendo con ello que el programa no pueda ser ameno, simplemente digo que la idea de enamorarse en bolas ha desaparecido un poco del programa.
Estas variaciones en la idea inicial de un programa me lleva a hablar de Gran Hermano. Ha vuelto el programa en su 16ª edición, y esta vez han introducido una variación muy importante, y es la que los concursantes, que dudo mucho hayan sido escogidos al azahar, han entrado con secretos que deberán averiguar sus compañeros de andaduras. Y donde esta aquella idea de meter un grupo de personas anónimas en una casa y ver cómo evolucionaban, si la selección de estas ha sido guiada y en muchos casos les unen unas relaciones de parentesco.
¿Hacia dónde evolucionarán los realities en el futuro?